Breve historia de la basura

Breve historia de la basura


VeDOBLE














Nadie ama a una ciudad maloliente; pero las autoridades suelen ocultar la basura bajo la alfombra ignorando que tenemos olfato. Por cierto, hay gente que vive de la basura, con la nariz acostumbrada al mal olor. Hace poco, en El Salvador, la Policía tuvo que reprimir sangrientamente a miles de manifestantes que se oponían al traslado de basurales, porque vivían buscando comida entre la inmundicia











Me gustaría hablar sólo de cosas lindas -sueños, rosas, fragancias-; pero no soy poeta, y funjo más bien de “rastreador de estiércol”, como llamaba Theodore Rooselvelt a los periodistas que husmeaban y denunciaban la podredumbre política.





Entonces, estoy obligado a vérmelas con la mugre; pero esta vez no tocaré un tema político, aunque algo también maloliente: la basura.





Este problema es tan viejo como la humanidad, y el municipio cochabambino se ha propuesto solucionarlo con un sencillo recurso: elevar impuestos. El hombre de las cavernas ya vivía en medio de restos de comida y desperdicios, pues sin pagar impuestos no podía esperar que alguien se ocupase de la limpieza; pero no importaba mucho, puesto que la escasa basura se degradaba de por sí en la tierra. El hombre del medioevo, ya hacinado en ciudades, producía un poco más de basura y pagaba impuestos; pero, igual, se deshacía personalmente de las inmundicias, vaciando las bacinicas desde los balcones con el simple anuncio de “¡agua va!”. Así nació la caballerosa costumbre de ceder la acera a las damas, pues un gentilhombre de pelo en pecho debía poner la cabeza en vez de la de su amada para recibir aquello que no era precisamente agua ni necesariamente líquido. ¿Acaso podía amar a una damisela perfumada con material de bacinica?





Así y todo, la humanidad fue feliz por mucho tiempo, hasta que los gringos comenzaron una Revolución Industrial para producir basura en forma también industrial. Hace algunos años, cierto politicastro inglés sembró bacinicas en las calles de un exclusivo barrio londinense, para criticar gráficamente la desidia de las autoridades sanitarias, y el chiste no les hizo gracia a los encopetados vecinos, aunque los adminículos estaban vacíos. Pero la mayoría de la población se mató de risa y el municipio tuvo que admitir sus errores y enmendarlos. ¿Qué habría ocurrido con bacinicas llenas de heces y otras inmundicias?





Eso es más o menos lo que hizo doña Mónica Palenque, a la sazón alcaldesa paceña: indujo a una compañía interesada en adjudicarse un contrato a vaciar basura en las calles de la ciudad, presionando para que el Parlamento apruebe la cobranza de facturas por recojo de basura juntamente con las de consumo eléctrico. La movida tuvo también éxito; pero a los paceños no les gustó el chiste porque Doña Mónica no supo distinguir la fina línea que separa lo chistoso de lo grosero. Las bacinicas y los basureros pueden ser un buen símbolo; pero su contenido revuelve el estómago en vez de estimular el pensamiento.





No entiendo qué misteriosa relación han descubierto las autoridades municipales entre la producción de basura y el consumo doméstico de corriente eléctrica. Claro que en la basura hay jerarquías, aun en democracia: la del pobre no es igual que la del rico. Lo que para unos es basura para otros puede ser lujo, y hay gente que ostenta con orgullo títulos, diplomas y colgandejos que para un hombre inteligente sólo son basura. No hay un concepto universal de basura, y tampoco, que yo sepa, medidores de basura. Pero su producción es proporcional al consumo de bienes, y quienes compran más deberían pagar más impuestos de limpieza. Los pobres no pueden pagar por la basura que producen los ricos, y tendrán que vivir a oscuras o alumbrarse con velas, dejar de planchar o hacerlo poniendo la ropa debajo del colchón, apagar la tele o cambiarla por una vi

Ano da Publicação: 2002
Fonte: LosTiempos.com, por VeDoble
Autor: J. H. Penido
Email do Autor: jpenido@resol.com.br

Check Also

Lixo é no lixo

BY RICARDO RICCHINIIN RECICLAGEM DE LIXO ELETRÔNICO — 7 MAI, 2015 Lixo é no lixo, …