Suena el despertador. Lo primero que nos viene a la cabeza es el aroma de una taza de café. Un café tradicional, de los de siempre, café molido, en cafetera italiana o espresso. Un acto tan sencillo y placentero como el de desayunar un buen café encierra un gran tesoro desconocido por gran parte de los cafeteros: el residuo del café, que normalmente acaba en la basura.
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